Lleva años buscando una manera de tocar en directo que le permita moverse con libertad por un amplio espectro de posibilidades sonoras. No se trata solo de experimentar por experimentar, sino de manipular el sonido de manera que este se mantenga vivo, cambiante, siempre en transformación. Su objetivo es claro: evitar lo previsible, escapar de lo repetitivo y mantener al oyente en un estado de atención constante.

Para él, crear paisajes sonoros con ritmos asimétricos y una amplia variedad tonal no es simplemente un ejercicio técnico, sino una fuente de auténtica satisfacción. Y lo es todavía más cuando su propia música consigue sorprenderlo, cuando siente que lo que suena ante el público parece surgir de un trance mediúmnico en el que él mismo se convierte tanto en intérprete como en oyente.

En su última propuesta ha trabajado con dos sintetizadores —uno analógico y otro digital— conectados entre sí mediante MIDI. Pero en lugar de buscar la sincronía perfecta, los ha “desajustado” intencionalmente a través de la programación, introduciendo así elementos de azar. De esta manera, la música cobra una autonomía inesperada: se escapa de sus manos, le obliga a reaccionar en tiempo real y lo lleva por caminos que nunca habría planificado.

La grabación no ha pasado por ningún proceso de remezcla. No hay capas añadidas, ni ediciones posteriores. Todo se mantiene en estado puro para preservar la autenticidad y frescura de la improvisación en directo. Con ello, las imperfecciones se convierten en parte de la obra, las tensiones en motor creativo y los accidentes sonoros en descubrimientos.

El resultado final es la unión de dos sesiones de aproximadamente quince minutos cada una. No buscan la perfección formal, sino ofrecer una experiencia viva, impredecible, abierta a lo que sucede en el momento. Una obra que no se deja encerrar en moldes fijos, sino que se despliega como un paisaje en constante transformación.

Escuchar esta propuesta es entrar en un territorio donde lo sonoro se convierte en un organismo propio, capaz de dialogar con quien lo interpreta y con quien lo escucha. Es un recordatorio de que la música no siempre tiene que ser una partitura cerrada ni una producción pulida hasta la extenuación; a veces, lo más valioso surge de dejar que el azar, la intuición y la improvisación conduzcan el camino.


👉 ¿Quieres escucharlo? El nuevo episodio ya está disponible en el podcast.

Escucha o descarga aquí el podcast

Música de entrada y de salida: «L’abric implacable de totes les misèries» de Orquetracions Dissonants Internes/O.D.I. (https://odiritualdrone.bandcamp.com)

Voces de las cuñas de entrada y salida: Marian Raméntol y Cesc Fortuny

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