Cuando la guitarra sueña y el saxo muerde, surge un disco que no quiere tu aprobación, solo tu oído despierto

Este es uno de estos trabajos que respiran, oscilan, tiemblan, se contradicen y—para colmo—te piden que los sigas.
El que publicamos hoy a tres bandas en Hamfuggi Rec, Gyaling Rec. y La NáuseaRec., pertenece a esta segunda especie: criaturas musicales que no saben estarse quietas, que se deslizan entre géneros como animales anfibios, que abren puertas que no sabías que existían.
Nació a dos orillas: Gabriel Pereira Spurr, desde Argentina, trenzando guitarras que parecen pasadas por un laboratorio de espejos, y Cesc Fortuny, desde España, disolviendo el aire con saxos que no se conforman con sonar: quieren delirar, quieren arder un poco.
Lo que ofrecen no es jazz ni rock ni soul ni funk ni ninguna de esas etiquetas que la industria insiste en reciclar como si fuera plástico de tetrabrik.
Aquí hay otra cosa: delicadeza que roza la tortura, amplitud atmosférica que se cuela como un vapor, ritmos que a veces te llevan de la mano y otras te dan un empujón. Hay momentos bailables y otros que solo admiten la escucha concentrada; y después, claro, están esos pasajes donde todo sucede al mismo tiempo, como si la música tuviera un ataque de lucidez.
La improvisación libre atraviesa el disco como una corriente eléctrica.
No es capricho: es método.
No es caos: es decisión estética.
No es libertad total: es una jaula abierta donde los instrumentos entran y salen como si el metal respirara.
El resultado es un universo sonoro donde las guitarras se estiran hasta volverse irreconocibles y los saxos transitan entre lo onírico y lo alucinado. Una fantasía de jazz expandido, un canto psicodélico sin nostalgia, una invitación a escuchar sin prejuicios—o mejor, a dejarlos en la puerta.
Si buscas un disco amable, retrocede.
Si buscas un viaje que te cruce un par de cables, acomódate.
Empieza hoy. Aquí. Lo demás ya no depende de nosotros.




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