Yo no sé cuando conocí a Marian Raméntol. Dicen los que creen saber que el primer amor nunca se olvida. Pero es que el nuestro empieza con cada libro que sale de su vientre laminado o sus párpados abiertos para iluminarnos.
Y entre libro y libro, ella en el Mediterráneo y yo entre las encinas de las gatas en celo nos recordamos. A veces Marian Raméntol pone la poesía y yo el prólogo. Otras simplemente achicamos distancias para amar juntos los mismos versos. Si yo le envío un artículo, ella me devuelve un cachito de agua de mar para limpiar las ojeras. Y me siento un dios mirando su ausencia. Pasa el tiempo y no para de enseñarme a vivir. Lo último que he aprendido es que el oxígeno es azul, como el dios de JRJ. Lamento lastimaros, hermanos y hermanas, pero en el ecosistema de Marian Raméntol sólo entro yo. O yo mejor que nadie.
Sucede, es así desde la eternidad donde nunca existió un funeral para los escombros porque mis caballos del agua siempre dijeron sí. Ella dice que viven las ausencias y modifican los paisajes. Tal vez por eso hay momentos en que las alondras no concuerdan. No importa, ella siempre será dentellada de mar y nunca lejana cintura del olvido.

Valentin Martin

Marian Raméntol
Español
Poesía 2021

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Una respuesta a “En el soliloquio de mi cuerpo”

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